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Caperuciga y el lobo machista.
5 participantes
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Caperuciga y el lobo machista.
Os dejo un relato que me ha encantado.
Hoy me he levantado con talante. Como después de haber publicado El pequeño hoplita –un cuento sobre un niño en las Termópilas, que tanto debe a su magnífico ilustrador, Fernando Vicente– le tomé el gusto a la narrativa infantil, he decidido echar un cable. Ayudar a que nuestra ministra de Igualdad y Paridad, Bibiana Aído, rubia joya de la corona, haga realidad su bonito proyecto de conseguir que los cuentos tradicionales para pequeños cabroncetes sean desterrados de escuelas y hogares, y dejen de ser un reducto machista, sexista y antifeminista. O que, expurgados y reconvertidos a lo social y políticamente correcto, contribuyan, ellos también, a la formación de futuras generaciones de ciudadanos y ciudadanas ejemplares y ejemplaras. Como está mandado.
Al principio pensaba hacerlo con el cuento de Blancanieves y las siete personas de crecimiento inadecuado; que, como sostiene Bibiana, requiere, título aparte, una remodelación general urgente. Pero ciertos indicios de intolerable violencia machista en la casita del bosque, como que sea una mujer quien cargue con todas las labores del hogar, o que no haya paridad de sexos en el número de individuos que trabajan en la mina –su número impar complica además el asunto–, me decidieron a dejarlo para más adelante. Lo intenté luego con La soldadita de plomo y ploma; y no es por echarme flores, pero lo tenía casi resuelto. Una soldadita de plomo de la ULFF –Unidad Legionaria Femenina Feroz–, terror de los talibanes afganos y de los piratas del Índico, impedida en su extremidad locomotriz por haber caído poco metal en el molde cuando la fundían. O sea, incompleta física de una pierna, para entendernos. O no. Lo que antes se decía, en jerga fascista, coja. Y que, desde su repisa en el cuarto de juegos de una niña, se enamora de un bailarín de ballet de papel maché que está enfrente, puesto tal que así, de puntillas, y que tiene una bonita lentejuela de plata en el prepucio. Se lo leí a mi hija por teléfono, a ver qué tal iba la cosa; pero al llegar a lo de la lentejuela me aconsejó dejarlo. Te van a malinterpretar, dijo. Así que al final me decidí por un clásico inobjetable: Caperucita Roja. Y está feo que lo diga, pero la verdad es que lo he bordado. Creo.
Caperucita Roja camina por el bosque, como suele. Va muy contenta, dando saltitos con su cesta al brazo, porque, gracias a que está en paro y es mujer, emigrante rumana sin papeles, magrebí pero tirando a afroamericana de color, musulmana con hiyab, lesbiana y madre soltera, acaban de concederle plaza en un colegio a su hijo. Va a casa de su abuelita, que vive sola desde que su marido, el abuelito, le dio una colleja a Caperucita porque no se bebía el colacao, ésta lo denunció por maltrato infantil, y la Guardia Civil se llevó al viejo al penal de El Puerto de Santa María, donde en espera de juicio paga su culpa sodomizado en las duchas, un día sí y otro no, por robustos albanokosovares. Que también tienen sus necesidades y sus derechos, córcholis. El caso es que Caperucita va por el bosque, como digo, y en éstas aparece el lobo: hirsuto, sobrado, chulo, con una sonrisa machista que le descubre los colmillos superiores. Facha que te rilas: peinado hacia atrás con fijador reluciente y una pegatina de la bandera franquista, la de la gallina, en la correa del reloj. Y le pregunta: «¿Dónde vas, Caperucita?». A lo que ella responde, muy desenvuelta: «Donde me sale del mapa del clítoris», y sigue su camino, impasible. «Vaya corte», comenta el lobo, boquiabierto. Luego decide vengarse y corre a la casa de la abuelita, donde ejerce sobre la anciana una intolerable violencia doméstica de género y génera. O sea, que se la zampa, o deglute. Y encima se fuma un pitillo. El fascista. Cuando llega Caperucita se lo encuentra metido en la cama, con la cofia puesta. «Que sistema dental tan desproporcionado tienes, yaya», le dice. «Qué apéndice nasal tan fuera de lo común.» Etcétera. Entonces el lobo le da las suyas y las de un bombero: la deglute también, y se echa a dormir la siesta. Llegan en ésas un cazador y una cazadora, y cuando el cazador va a pegarle al lobo un plomazo de postas del doce, la cazadora contiene a su compañero. «No irás a ejercer la violencia –dice– contra un animal de la biosfera azul. Y además, con plomo contaminante y antiecológico. Es mejor afearle su conducta.» Se la afean, incluido lo de fumar. Malandrín, etcétera. Entonces el lobo, conmovido, ve la luz, se abre la cremallera que, como es sabido, todos los lobos llevan en la tripa, y libera a Caperucita y a su provecta. Todos ríen y se abrazan, felices. Incluido el lobo, que deja el tabaco, se hace antitaurino y funda la oenegé Lobos y Lobas sin Fronteras, subvencionada por el Instituto de la Mujer. Fin.
Arturo Pérez Reverte
Hoy me he levantado con talante. Como después de haber publicado El pequeño hoplita –un cuento sobre un niño en las Termópilas, que tanto debe a su magnífico ilustrador, Fernando Vicente– le tomé el gusto a la narrativa infantil, he decidido echar un cable. Ayudar a que nuestra ministra de Igualdad y Paridad, Bibiana Aído, rubia joya de la corona, haga realidad su bonito proyecto de conseguir que los cuentos tradicionales para pequeños cabroncetes sean desterrados de escuelas y hogares, y dejen de ser un reducto machista, sexista y antifeminista. O que, expurgados y reconvertidos a lo social y políticamente correcto, contribuyan, ellos también, a la formación de futuras generaciones de ciudadanos y ciudadanas ejemplares y ejemplaras. Como está mandado.
Al principio pensaba hacerlo con el cuento de Blancanieves y las siete personas de crecimiento inadecuado; que, como sostiene Bibiana, requiere, título aparte, una remodelación general urgente. Pero ciertos indicios de intolerable violencia machista en la casita del bosque, como que sea una mujer quien cargue con todas las labores del hogar, o que no haya paridad de sexos en el número de individuos que trabajan en la mina –su número impar complica además el asunto–, me decidieron a dejarlo para más adelante. Lo intenté luego con La soldadita de plomo y ploma; y no es por echarme flores, pero lo tenía casi resuelto. Una soldadita de plomo de la ULFF –Unidad Legionaria Femenina Feroz–, terror de los talibanes afganos y de los piratas del Índico, impedida en su extremidad locomotriz por haber caído poco metal en el molde cuando la fundían. O sea, incompleta física de una pierna, para entendernos. O no. Lo que antes se decía, en jerga fascista, coja. Y que, desde su repisa en el cuarto de juegos de una niña, se enamora de un bailarín de ballet de papel maché que está enfrente, puesto tal que así, de puntillas, y que tiene una bonita lentejuela de plata en el prepucio. Se lo leí a mi hija por teléfono, a ver qué tal iba la cosa; pero al llegar a lo de la lentejuela me aconsejó dejarlo. Te van a malinterpretar, dijo. Así que al final me decidí por un clásico inobjetable: Caperucita Roja. Y está feo que lo diga, pero la verdad es que lo he bordado. Creo.
Caperucita Roja camina por el bosque, como suele. Va muy contenta, dando saltitos con su cesta al brazo, porque, gracias a que está en paro y es mujer, emigrante rumana sin papeles, magrebí pero tirando a afroamericana de color, musulmana con hiyab, lesbiana y madre soltera, acaban de concederle plaza en un colegio a su hijo. Va a casa de su abuelita, que vive sola desde que su marido, el abuelito, le dio una colleja a Caperucita porque no se bebía el colacao, ésta lo denunció por maltrato infantil, y la Guardia Civil se llevó al viejo al penal de El Puerto de Santa María, donde en espera de juicio paga su culpa sodomizado en las duchas, un día sí y otro no, por robustos albanokosovares. Que también tienen sus necesidades y sus derechos, córcholis. El caso es que Caperucita va por el bosque, como digo, y en éstas aparece el lobo: hirsuto, sobrado, chulo, con una sonrisa machista que le descubre los colmillos superiores. Facha que te rilas: peinado hacia atrás con fijador reluciente y una pegatina de la bandera franquista, la de la gallina, en la correa del reloj. Y le pregunta: «¿Dónde vas, Caperucita?». A lo que ella responde, muy desenvuelta: «Donde me sale del mapa del clítoris», y sigue su camino, impasible. «Vaya corte», comenta el lobo, boquiabierto. Luego decide vengarse y corre a la casa de la abuelita, donde ejerce sobre la anciana una intolerable violencia doméstica de género y génera. O sea, que se la zampa, o deglute. Y encima se fuma un pitillo. El fascista. Cuando llega Caperucita se lo encuentra metido en la cama, con la cofia puesta. «Que sistema dental tan desproporcionado tienes, yaya», le dice. «Qué apéndice nasal tan fuera de lo común.» Etcétera. Entonces el lobo le da las suyas y las de un bombero: la deglute también, y se echa a dormir la siesta. Llegan en ésas un cazador y una cazadora, y cuando el cazador va a pegarle al lobo un plomazo de postas del doce, la cazadora contiene a su compañero. «No irás a ejercer la violencia –dice– contra un animal de la biosfera azul. Y además, con plomo contaminante y antiecológico. Es mejor afearle su conducta.» Se la afean, incluido lo de fumar. Malandrín, etcétera. Entonces el lobo, conmovido, ve la luz, se abre la cremallera que, como es sabido, todos los lobos llevan en la tripa, y libera a Caperucita y a su provecta. Todos ríen y se abrazan, felices. Incluido el lobo, que deja el tabaco, se hace antitaurino y funda la oenegé Lobos y Lobas sin Fronteras, subvencionada por el Instituto de la Mujer. Fin.
Arturo Pérez Reverte
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Re: Caperuciga y el lobo machista.
Que bien escribe el puñetero, a Arturo Perez Reverte lo leen bastantes amigos mios,yo he leido algunas de sus columnas y la verdad o escribe para los que lo mismo les dá una cosa que otra o és que yo no acabo de entenderlo y mira que lleva años dando caña,de todas maneras el cuento muy bien,
Tendré que leerlo cuando se levante con talante.
Tendré que leerlo cuando se levante con talante.
Re: Caperuciga y el lobo machista.
Pues todo el talante que querais y lo siento por ti Zayd pero la ministra tiene razón no cuando dice de prohibir los chistes o cambiarlos o esas pavadas.
Pero es verdad esos cuentos TODOS los cuentos son machistas querais vosotros o no, MACHISTAS MACHISTAS pero que mucho, siempre en todos los cuentos las mujeres o somos tontas o tenemos qe acarrear con todo el trabajo o alguien nos tiene que salvar, y nunca es la mujer la que toma la iniciativa, y estamos bajo el beneplacito del hombre en un lugar inferior.
Pero es verdad esos cuentos TODOS los cuentos son machistas querais vosotros o no, MACHISTAS MACHISTAS pero que mucho, siempre en todos los cuentos las mujeres o somos tontas o tenemos qe acarrear con todo el trabajo o alguien nos tiene que salvar, y nunca es la mujer la que toma la iniciativa, y estamos bajo el beneplacito del hombre en un lugar inferior.
Re: Caperuciga y el lobo machista.
BIELEDER escribió:Que bien escribe el puñetero, a Arturo Perez Reverte lo leen bastantes amigos mios,yo he leido algunas de sus columnas y la verdad o escribe para los que lo mismo les dá una cosa que otra o és que yo no acabo de entenderlo y mira que lleva años dando caña,de todas maneras el cuento muy bien,
Tendré que leerlo cuando se levante con talante.
pues si este Arturo Perez Reverte siempre me ha encantado es buenísimo y le agradezco a zaydum que nos deje cosas como estas que si merecen la pena para mi leerlas, gracias zayd
Re: Caperuciga y el lobo machista.
la veda que escribe muy bien y le saca a todo su punto, y este zaydum como siempre aportando cosa muy interesantes y entretenidas
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Re: Caperuciga y el lobo machista.
Amigo Zaydum, no se si te hayas equivocado en el título del mensaje, pone caperuciga en vez de caperucita
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Re: Caperuciga y el lobo machista.
Yoyo escribió:Amigo Zaydum, no se si te hayas equivocado en el título del mensaje, pone caperuciga en vez de caperucita
Si que me di cuenta pero no le di mayor importancia y consideré que no valía la pena reeditarlo por ese pego.
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Re: Caperuciga y el lobo machista.
Menos mal que no os metisteis con migo, de todas formas os digo que yo soy una caperucita de este tiempo eh<<<< hoy he estado en una muestra de cine, y creerme, hoy tambien he visto cosas en las pelis, machistas.
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Re: Caperuciga y el lobo machista.
Caperucita nos vas a decir que llevas en la Ces-ti-ta Por-fa que nunca me contestas a nada.
Re: Caperuciga y el lobo machista.
Había una vez…una pequeña Caperucita que paseaba por el bosque
cuando de pronto vio al gran lobo malo detrás de un matorral.
Ella le dijo : "Ya te vi, lobo malvado,... pero vete, no te tengo miedo"
Y el lobo se fue, en silencio.
La niña continuó su camino y de pronto vio al lobo escondido trás un árbol
Ella le dijo : "Ya te vi, lobo malvado,... pero vete, no te tengo miedo"
Y el lobo se fue, en silencio.
Andando y andando divisó al lobo que se escondía trás una roca.
Y Caperucita le dijo: "Ya te vi, lobo malvado,... pero vete, no te tengo miedo"
Entonces el Lobo dijo:
¿Será posible… que en todo este bosque de mierda no haya un solo lugar
dónde pueda cagar en paz?
cuando de pronto vio al gran lobo malo detrás de un matorral.
Ella le dijo : "Ya te vi, lobo malvado,... pero vete, no te tengo miedo"
Y el lobo se fue, en silencio.
La niña continuó su camino y de pronto vio al lobo escondido trás un árbol
Ella le dijo : "Ya te vi, lobo malvado,... pero vete, no te tengo miedo"
Y el lobo se fue, en silencio.
Andando y andando divisó al lobo que se escondía trás una roca.
Y Caperucita le dijo: "Ya te vi, lobo malvado,... pero vete, no te tengo miedo"
Entonces el Lobo dijo:
¿Será posible… que en todo este bosque de mierda no haya un solo lugar
dónde pueda cagar en paz?
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Re: Caperuciga y el lobo machista.
que bueno cordo a ver que dice caperu cuando lo lea, pobrecito el lobo y que mala caperucita
Re: Caperuciga y el lobo machista.
Cordo jolines es que delante de una señorita no se caga, y menos un lobo.
y a ver Bieleder tu que crees que llevo yo en mi cestita.?
y a ver Bieleder tu que crees que llevo yo en mi cestita.?
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Re: Caperuciga y el lobo machista.
Caperucita yo creo que llevas pan, tortas y una jarrita de miel y un manojito de espárragos que te encontraste por el camino,pero eso es lo que yo me imagino por que es que la Ces-ti-ta casi no la veo.
Re: Caperuciga y el lobo machista.
pues yo creo que lo que lleva es papel higiénico para el lobo
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Re: Caperuciga y el lobo machista.
BIELEDER escribió:Caperucita yo creo que llevas pan, tortas y una jarrita de miel y un manojito de espárragos que te encontraste por el camino,pero eso es lo que yo me imagino por que es que la Ces-ti-ta casi no la veo.
Caperucita: te encuentro a faltar,asómate y dime algo esta semana que viene todavia os recordaré más la mayoria estareis de vacaciones.Un Saludo y un besito a las niñas. El Abuelo Bieleder.
Re: Caperuciga y el lobo machista.
Yo como que no tendré vacaciones que pena pero el dinero es el dinero
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